viernes, 8 de junio de 2018

ORACIONES PARA DOCENTES

ORACIONES FUNDAMENTALES EN LA INSTITUCIÓN
ORACIÓN PARA UNA CURRICULA EN CLAVE DE FE
Te pedimos Señor, que tu poder y sabiduría resplandezca en todas las disciplinas a las cuales no abocamos. Que respetando la autonomía de cada materia, podemos advertir discreta y ocasionalmente tu presencia bondadosa en todas las cosas creadas, y podamos glorificarte por ello. Que no separemos lo natural de la fe, como dos realidades opuestas, sino que podamos integrarlas como dos dimensiones que tienen un mismo origen y un mismo destino: TÚ REALIDAD, TÚ VERDAD, TÚ BONDAD, TÚ BELLEZA.  
Que por las Ciencias de la Naturaleza descubramos tus propios pensamientos, esto es, las leyes que has grabado en todas las cosas. Que lleguemos al convencimiento de que no es el azar y el caos lo que predomina en el universo, sino leyes y principios claros y precisos; exactitud matemática en cada uno de los fenómenos; regularidad, equilibrio, permanencia. Que nos admiremos cada día más en el descubrimiento del orden universal. Todo es obra tuya Señor, desde las partículas más diminutas, como los electrones, protones y neutrones, hasta las más inmensas, como los sistemas solares, las galaxias, el universo todo.
Que en las Ciencias del Espíritu, descubramos al hombre y a la mujer a tu imagen y semejanza, y que el lenguaje, las leyes civiles, la cultura, la economía, la política… no es sino una manifestación de tu misma Espíritu. Que la historia sea la maestra de nuestras vidas y que podamos descubrir en ella tu Providencia, como también el drama del hombre cuando se aleja de tu misericordia.
Que percibamos el Arte como un regalo de tus manos para poder expresar la interioridad de nuestras almas y nuestras emociones. Que las artes sean también un puente entre la tierra y el cielo, y que sirva para salir de lo cotidiano e ingresar a tu mundo divino. Que podamos expresar el valor del cuerpo humano, templo del Espíritu, por medio de su cuidado y su fortalecimiento.
Especialmente te pedimos que seamos, como deseaba Don Bosco, buenos cristianos y honrados ciudadanos.
Todo esto te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.
ORACIÓN DEL EDUCADOR DEL VIRGEN DE LUJÁN
Señor, te necesitamos. Somos educadores del Virgen de Luján y queremos ser fieles a nuestra identidad, pues, “si la sal pierde su sabor ¿para qué sirve?” (Mc 9, 50). Fortalece en nosotros el sentido de pertenencia, para asumir libremente nuestros ideales: la salvación de las almas de nuestros alumnos; la razón, la religión y el amor; la preventividad y la asistencia salesiana. Haz que nuestra escuela sea hogar, familia, patio y comunidad. Que el Evangelio sea guía en nuestra actividad educativa, para así lograr la síntesis deseada de fe, cultura y vida. Que podamos educar con el trabajo y para el trabajo, con espontaneidad, confianza y alegría. Que nuestro distintivo sea la promoción de los alumnos, su formación integrar, el trabajo en equipo, el clima de respeto, comprensión y misericordia. Alimenta nuestro deseo de crecer como personas y docentes. Aumenta nuestra pasión por aprender y por enseñar. Que nuestros modelos sean Cristo, María, Don Bosco y Jacinto. Todo esto te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amen.
ORACIÓN PARA LAS REUNIONES
Señor, tú que dijiste: “donde dos o más se reúnan en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos”… Hazte presente en nuestra reunión, permanece entre nosotros, e ilumina nuestros corazones.

Danos capacidad de diálogo, para escuchar las opiniones de los demás, y espíritu de colaboración para ayudar a discernir lo bueno y lo mejor que debemos hacer. Que tu sabiduría nos guíe, que tu poder nos apoye y que todas las decisiones que tomemos sean de tu agrado. Que seas Tú quien sugiera y aclare nuestros juicios. Que no nos mueva el favoritismo, ni nos determine el temor en nuestras sugerencias. Que nuestra opinión no se separe en nada de ti, para que acertemos a conocer y amar en todo tu Voluntad. Te que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Padre Nuestro del educador
Autor: desconocido. 


Padre nuestro que estás en el cielo y también con nosotros. Comenzamos en tu presencia esta jornada de trabajo con espíritu fraterno porque Tú eres nuestro Padre, Tú nos acompañas en este día nuevo que nos entregas y confías, para que seamos luz en el camino de tus hijos y descubramos con ellos que tu reino está en nosotros.
Santificado sea tu nombre. Que te alaben nuestros alumnos y te bendigan al ver nuestras buenas obras; que el nombre del Padre se haga visible en la convivencia familiar de nuestra comunidad educativa.

Venga Tu Reino. El Reino cuya maduración nos confiaste a cada uno de nosotros, que nuestras aulas sean la antesala de una sociedad renovada por la convivencia en la fraternidad.

Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Que la descubran todos los hombres y la realicen en todas partes, que nosotros la vivamos compartiendo solidariamente las cargas.

Danos hoy nuestro pan de cada día. El pan de la mesa familiar, el pan de la verdad y de la amistad, el pan de los ideales y de los valores que le dan sentido a la vida, el pan de la responsabilidad creadora para que lo compartamos cada día con los alumnos que nos confiaste y así crezcamos con ellos hasta la madurez del hombre nuevo.

Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Perdónanos nuestras mediocridades y nuestras limitaciones culpables, porque con ellas empobrecemos a nuestros alumnos, perdónanos nuestros desalientos y nuestras impaciencias que nosotros comprendamos y perdonemos a nuestros alumnos, como Tú nos comprendes y nos perdonas, que aceptemos a nuestros alumnos como son, para que lleguen a ser mejores.

No nos dejes caer en tentación. De hacer de nuestra vocación una mercancía que se vende y que se compra, de dar una enseñanza comprometida con la vida, de callar por miedo cuando debemos hablar, de desalentarnos ante el peso y las dificultades de cada día, de perder la confianza en nuestros alumnos.

Y líbranos del mal. Del paternalismo que aliena y no deja crecer y del autoritarismo que domestica; líbranos del mal terrible de no amar a nuestros alumnos, porque en ellos está la esperanza de la patria y del mundo del mañana. Amén.

Sí, Padre, así lo queremos, así lo esperamos de tu bondad porque Tú también lo quieres y juntos lo haremos posible.


ORACIÓN DEL EDUCADOR

Señor, tú que eres
el único y verdadero Maestro,
concédeme la gracia de ser,
a ejemplo tuyo, maestro para mis alumnos.
Haz que yo sepa, con mi vida,
educarlos en la libertad
y, con mi sabiduria, capacitarlos
para un auténtico compromiso
hacia los demás.
Haz que yo sea capaz de hablarles de ti
y de enseñarles a hablar contigo.
Que ellos se den cuenta de que son amados
y de que yo sólo busco su verdadero bien.
Haz que mi amistad contigo sea la fuente
de mi amistad con ellos.
Jesús Maestro, gracias por haberme llamado
a tu misma misión.
Que mi docencia sea un reflejo de la tuya.
Amén

ORACIÓN DEL PROFESOR
Señor: Concédeme la gracia
de brillar cual lucero,
que ilumine las tinieblas
y disipe el mal consejo.
Que mis alumnos me vean
sin temor y sin recelo.
Que abra camino siempre
hacia el bien y el cumplimiento.
Que si hay pena, duda o llanto,
les lleve yo el amparo,
y que me recuerden siempre
a través de los años.
Amen.
ORACIÓN DEL MAESTRO
Señor:
Gracias por mi vocación a la enseñanza.
Concédeme ejercerla con amor,
prudencia, sabiduría y paciencia.
Ayúdame a ver a mis alumnos
con Tu mirada de misericordia
para sólo captar el bien en cada uno,
conocer sus cualidades,
alentar sus sueños y proyectos,
y enseñarlos con dulzura y firmeza
a corregir sus faltas y tropiezos.
Que sepa compartir sus alegrías,
comprender sus inquietudes
y consolar sus tristezas.
Maestro Bueno:
Haz que logre enseñarles a ser
constructores de justicia y de paz,
honestidad, fraternidad y perdón,
defensores de la vida y la verdad.
Que sepa compartirles la fe,
comunicarles esperanza,
animar su perseverancia y valentía,
alentar su caridad y alegría
y sembrar en su corazón la voluntad
de caminar Contigo y hacia Ti
dedicando sus dones y talentos
al servicio y al bien de los demás.
Amén

Alejandra María Sosa Elízaga
ORACIÓN DEL EDUCADOR
Padre de bondad, quisiera
que ensancharas mi alma
hasta el extremo de poder
acoger y educar
a estos hijos tuyos
con el amor
que revelaste tenernos en Jesús
y con aquella ternura
que él mismo mostró hacia los niños
Cuando se acercan a mí
me siento estremecido.
Sus miradas, sus preguntas,
sus deseos
son el estímulo más fuerte
para vivir ilusionado
esta misión de gracia,
de luz y liberta
a pesar del sacrificio
y del cansancio
y de que no todos entienden por igual
qué es esto de ayudar a crecer
a los pequeños
a cuenta del olvido de uno mismo.
Sé tú Jesús
mi guía, mi apoyo
en quien confiar mi trabajo
y opción por los niños.
AMÉN.
ORACIÓN DEL PROFESOR
Dame divino Maestro, un amor sincero por mis alumnos y un profundo respeto por los dones particulares de cada uno.
Ayúdame a ser un profesor fiel y dedicado, con mis ojos puestos en el bien de aquellos a quienes sirvo.
Que imparta el conocimiento humildemente, que escuche con atención, que colabore de buena gana, y busque el bien último de aquellos a los que enseño.
Que esté presto a comprender, lento a condenar, ávido de animar y de perdonar.
Mientras enseño ideas y entreno en competencias, que mi vida y mi integridad abran sus mentes y sus corazones a la verdad.
Que mi cálido interés por cada uno les enseñe el sabor de la vida y la pasión por aprender.
Dame la fuerza para admitir mis limitaciones, el coraje para empezar cada día con esperanza, y la paciencia y el humor que necesito para seguir enseñando.
Acepto a cada alumno venido de tus manos. Creo que cada uno de ellos es una persona de valor exclusivo, aunque ellos mismo no se vean así.
Sé que tengo la oportunidad de dar a muchos jóvenes luz y esperanza, un sentido de misión y entrega. Sé que Tú confías en mí y que estás conmigo.
Te pido tu bendición al comienzo de un nuevo día. Te pido que me bendigas a mí y a mis alumnos, sus sueños y esperanzas.
Que aprendamos de la sabiduría del pasado. Que aprendamos de la vida, y los unos de los otros. Que yo aprenda de tu guía, por encima de todo, y de las vidas de aquellos que te conocen bien.
Este es el verdadero aprendizaje: conocer cómo debemos vivir nuestra vida, conocer cómo somos nosotros mismos, y escuchar tu voz en cada palabra que aprendamos.
Joe Mannath

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